No es la primera influencer que se permite un capricho caro, pero sí la que ha generado una de las conversaciones más jugosas de la semana. Y todo a partir de una decisión en apariencia intrascendente: Andrea Garte se compró un cepillo para el pelo de la marca Guerlain que costaba 170 euros durante un viaje a Atenas. Y desde ahí se ha generado una discusión que afecta al propio estado de la cuestión influencer: ¿se han convertido estos creadores de contenido en una élite a la deriva, completamente desconectada de lo que quiere su público?
Un peine que acabará con todos los peines. En el primer vídeo que grabó la influencer, Garte se deshacía en elogios hacia el peine: la disposición de las cerdas y su longitud le servían para sustituir distintos cepillos que siempre llevaba encima, lo que convertía la compra en una inversión orientada a optimizar el espacio y reducir los achiperres cosméticos. Pero el impacto en su comunidad pronto comenzó a escalar.
Críticas en los comentarios. Las críticas entre sus seguidores no se hicieron esperar, donde muchos le reprochaban su escasa consciencia de qué prioridades tienen las personas con ingresos normales: “Echo de menos que las influencers recomendéis cosas al alcance de los mortales y no cosas de millonarios” o “Por este motivo se afirma que las influencers actuales han perdido capacidad de influencia: viven en una realidad paralela” fueron algunas de las críticas que recibió.
@andreagarte Nunca he tenido uno tan caro 🫰
Reacción inmediata. La propia Garte sabe que ha dado con un tema polémico que genera conversación, así que no ha tardado en darle vueltas a la cuestión con más vídeos, protestando por la polémica, presumiendo de pelazo y bromeando con lo caro que es. También, por supuesto, ha generado críticas y parodias de todo tipo. Sin embargo, por debajo de las críticas directas y las bromas por lo superficial que resulta todo subyace una crítica más profunda al fenómeno influencer.
El tema del bolso. La polémica recuerda a la que vivimos hace unas semanas, cuando Lola Lolita discutía en un vídeo documental sobre su día a día acerca de un bolso de 4.000 euros. La controversia que siguió, de tono mucho más agresivo que la que está sufriendo Garte, tenía mucho que ver con la actitud de la influencer, pero también puso sobre la mesa cómo muchas de las influencers actuales (María Pombo, Georgina, Dulceida, Gala González, Marta Lozano, Alexandra Pereira) han construido imperios con millones de seguidores y contratos millonarios.
Queremos ser como ellas. Es cierto que a menudo estas influencers ofrecen un contenido aspiracional: nunca vamos a poder disfrutar del tren de vida y los lujos y excesos que viven estas personas, así que los vídeos en redes sociales se convierten en ventanas a unas vidas que no están a nuestro alcance. El problema es cuando influencers como la misma Garte comenzaron sus carreras como chicas más o menos normales que enseñaban cómo se maquillaban o cómo se vestían. Ahí muchos de sus seguidores las observaban como algo aspiracional pero alcanzable. Con sucesos como el de Garte y el peine de 170 euros, ese espejismo se desvanece.
Sobrevivir a toda costa. Citábamos a propósito de Lola Lolita a la socióloga Silvia Muelas, que explicaba que “la supervivencia mediática de estos personajes depende muchas veces de su capacidad para generar polémica o mostrar excesos, lo que lleva a una exposición de conductas autodestructivas o desconectadas de la realidad”. Ese complicado equilibrio entre querer ser alguien cercano o lanzarse a la piscina del lujo y el exceso, incluso mostrando una antipatía distante, es lo que marca comportamientos como el de Garte.
Al borde. Varios medios se preguntan ya si la era de los influencers está llegando a su fin, dada la desconexión de sus seguidores que muchos experimentan, y cuyos efectos en la percepción de la realidad está empezando a ser estudiada, porque es algo que no existía hasta ahora. Un simple peine de 170 euros ha desatado una conversación sobre clase, estatus y percepción, y hasta que no salgamos de ese callejón, el fenómeno influencer estará viviendo su mayor crisis identitaria hasta la fecha.
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La noticia Empezamos a seguir a los influencers porque se parecían a nosotros. Ahora se están comprando peines de 170 euros fue publicada originalmente en Xataka por John Tones .
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