El mayor laboratorio bélico de las contiendas modernas, la guerra en Ucrania, ha convertido a los drones en la pieza fundamental de cualquier ofensiva de ambos bandos. Todo gira en torno a estos ejércitos de enjambres a los que se la ha ido añadiendo actualizaciones de todos los tipos (y épocas). De ahí que lo inusual se haya convertido en norma.
Sin embargo, los últimos desarrollos son una primicia que nadie vio venir.
Evolución sin humanos. Ucrania ha dado un salto técnico significativo en su campaña de guerra asimétrica al emplear, por primera vez, drones bombarderos lanzados desde embarcaciones no tripuladas de superficie (USVs), una especie de pequeños portaaviones para atacar instalaciones rusas clave en Crimea. Esta nueva táctica representa una sofisticación operativa notable respecto a sus primeros drones suicidas navales, convirtiendo a estas plataformas flotantes en sistemas versátiles capaces, no solo de ataque directo, sino también de lanzar múltiples ataques aéreos contra objetivos estratégicos.
El ataque más reciente, llevado a cabo la noche del 1 al 2 de julio de 2025, destruyó tres componentes fundamentales del sistema de radar de largo alcance Nebo-M, pieza esencial en la arquitectura defensiva rusa sobre la península de Crimea y el Mar Negro noroccidental. El Ministerio de Defensa ucraniano lo calificó como una operación “brillante y de alta precisión”, respaldada por un vídeo que muestra cómo los drones aéreos despegan desde la proa de los USVs y sueltan varias bombas con impacto quirúrgico.
Ventajas operativas. El empleo de drones bombarderos desde el mar confiere ventajas tácticas decisivas. A diferencia de los FPV lanzados previamente, que requieren impacto directo para destruir el objetivo, estos nuevos vehículos pueden atacar múltiples blancos por misión y portar municiones más pesadas. Además, mantienen mejor conectividad en distancias prolongadas al no verse forzados a descender al ras del terreno, lo que les permite operar con mayor flexibilidad.
Su control está mediado por enlaces satelitales (posiblemente vía Starlink) instalados en los USVs, que además actúan como nodos de retransmisión y plataformas de lanzamiento. Esta arquitectura descentralizada y móvil complica las labores de detección, seguimiento y neutralización por parte de las defensas rusas.
Reacción rusa. Las fuerzas rusas, conscientes de esta evolución, han comenzado a observar con preocupación estos ataques, como lo demuestra el canal militar ruso Two Majors. Reconocen que un solo dron naval logró acercarse y desplegar múltiples UAVs con sistemas de liberación de carga, ejecutando ataques consecutivos sobre posiciones defensivas rusas.
Aunque afirman haber destruido posteriormente el dron naval atacante con apoyo aéreo, no hay pruebas visuales que lo confirmen. La reacción rusa se ha centrado más en solicitar recursos adicionales para contrarrestar estas amenazas que en negar su efectividad. En cualquier caso, el incidente subraya la capacidad de Ucrania para introducir innovaciones que alteran el equilibrio táctico a pesar de sus limitaciones de recursos, generando presión psicológica, desgaste material y desorden logístico en el bando contrario.
Nebo-M y su valor táctico. El blanco de esta operación, el sistema Nebo-M, no fue elegido al azar. Se trata de un complejo de radares móviles de última generación introducido por Rusia en 2017, diseñado para detectar aviones furtivos, misiles balísticos y amenazas aéreas a distancias superiores a los 600 km. El sistema incluye el RLM-M (radar VHF tridimensional montado sobre camión 8×8) y el RLM-D (un radar AESA en banda L también sobre plataforma móvil), ambos valorados en decenas de millones de dólares.
Estos radares alimentan los sistemas S-300 y S-400 con datos de adquisición de objetivos, y su emplazamiento en la punta occidental de Crimea resulta vital para mantener un escudo defensivo sobre la región y el acceso al noroeste del Mar Negro. Qué duda cabe, su neutralización abre una brecha directa en ese escudo, facilitando el paso de misiles de largo alcance como los Storm Shadow y SCALP-EG, así como la incursión de drones kamikaze, debilitando sensiblemente la capacidad rusa de detectar y responder a ataques.
Emboscada y nuevo frente. Además, en los últimos días ocurrió otra escena sin precedentes: el primer ataque conocido con un dron de primera persona sumergible, marcando un hito. En imágenes publicadas por el Batallón Northern Eagle de la 151.ª Brigada Motorizada se muestran un cruce de río en la región de Járkov (anteriormente destruido y luego improvisado por las fuerzas rusas con troncos) siendo alcanzado por un artefacto explosivo sumergido.
La secuencia comienza con una toma fija bajo el agua, donde el dron FPV se encuentra oculto junto a uno de los extremos del paso. Luego, una explosión sacude la estructura, destruyendo el cruce y confirmando el uso efectivo del nuevo vehículo subacuático.
El Shrike Special Edition. Contaba Forbes que, aunque el ataque puede parecer anecdótico (tres troncos no son un objetivo estratégico) el valor real reside en el uso exitoso del Shrike Special Edition, una versión mejorada del dron FPV ucraniano Shrike, diseñada para operar en ambientes acuáticos. Presentado en febrero con la capacidad de aterrizar sobre el agua, sumergirse y volver a despegar, el Shrike fue concebido como un dron de emboscada, capaz de ocultarse en charcas, canales o lagos, esperando pacientemente a su presa.
El ataque reciente demuestra que sus posibilidades van más allá: puede destruir blancos a ras o por debajo del nivel del agua. Esto abre un nuevo campo operativo, donde la vigilancia aérea o terrestre pierde eficacia y la amenaza puede provenir del fondo de un río o una zona anegada.
Del dron suicida al cazador flotante. Plus: estos episodios forman parte de una progresión táctica ucraniana que comenzó con los drones suicidas navales diseñados para explotar al impacto, continuó con la incorporación de drones FPV embarcados y plataformas antiaéreas improvisadas, y ha desembocado ahora en un sistema combinado que une capacidades aéreas y (sub)marítimas de forma reutilizable y coordinada.
Como contamos en mayo, Ucrania ya había demostrado el potencial de sus USVs cuando una versión del Magura V7 armada con misiles aire-aire AIM-9X derribó dos cazas rusos Su-30 sobre el mar Negro, y en diciembre anterior otra versión (el Magura V5) abatió un helicóptero Mi-8 con un misil R-73. Estos antecedentes revelan que la nación ha logrado transformar lo que inicialmente era una herramienta de disuasión limitada en un conjunto polivalente de plataformas ofensivas de nueva generación.
Nueva disuasión. En resumen, si el siglo XX estuvo dominado por portaaviones y submarinos nucleares, podría decirse que el siglo XXI ya pertenece, en parte, a flotas invisibles de drones de todo los colores: (sub)marinos y aéreos, silenciosos, autónomos y lanzados desde lugares inesperados.
Crimea, como epicentro simbólico de esta transformación, está viendo desplegarse frente a sus costas una nueva generación de guerra: sigilosa, modular y conectada. La punta de lanza de una revolución táctica.
Imagen | X, Russian Defense Ministry
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La noticia Estábamos acostumbrados a ver cosas raras en Ucrania, pero esto es diferente: barcos y bombarderos sin nadie al volante fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .
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