Como el astronauta Neil Armstrong cuando plantó su pie izquierdo en la Luna, el físico húngaro Ferenc Krausz fue la primera persona en asomarse a un mundo desconocido: el de los electrones, las elusivas partículas que actúan como pegamento de toda la materia conocida. La noche del 10 al 11 de septiembre de 2001, alrededor de las cinco de la mañana, el equipo de Krausz logró producir pulsos de luz láser ultracortos, de 650 attosegundos: trillonésimas partes de un segundo. La humanidad disponía por primera vez de un flash tan fugaz que permitía fotografiar el movimiento de los electrones, pero el físico no tuvo tiempo de saborear su éxito. “Cuando regresé a la oficina al día siguiente, me encontré con las terribles imágenes del World Trade Center destruido por ataques terroristas”, recuerda por videoconferencia.
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