La computación cuántica lleva años intentando sortear una limitación inherente a su naturaleza: los cálculos más complejos precisan muchos cúbits, su unidad básica de información, pero estos son inestables y, a mayor número, más errores. Esta barrera se ha intentado superar con mejores técnicas de corrección de fallos, pero hasta ahora eran insuficientes para garantizar la ventaja cuántica (cálculos más eficientes que con cualquier otro superordenador). Jay Gambetta, vicepresidente de IBM, asegura este martes haber hallado la fórmula con una conjunción de tecnologías y programación que permite comenzar el desarrollo del Quantum Starling, “el primer superordenador cuántico a gran escala y tolerante a fallos del mundo”.
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