En la dark web se contratan asesinatos, se comercia con armas ilegales y drogas, se distribuye pornografía infantil, se roba, secuestra y extorsiona o se destruyen infraestructuras. Es el mundo más oculto de internet. Pero incluso en este fango más espeso, en esta sociedad del crimen, hay normas y reglas. “Tienen su moral, aunque no hay que olvidar nunca que son criminales”, advierte Sergey Shaykevich, director del Grupo de Amenazas de Check Point durante el encuentro de la multinacional de ciberseguridad CPX Viena (Austria). La misma prolífica delincuencia de la web —”El 84% de las estafas son por internet”, según Juan Salom Clotet, coronel jefe de la Unidad de Coordinación de Ciberseguridad de la Guardia Civil— organiza colectas benéficas, celebra festivos, establece objetivos invulnerables, reprocha comportamientos inapropiados y tiene su propio sistema judicial.
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