Desarrollar un nuevo antiviral puede suponer entre 10 y 15 años y una inversión superior a los 1.000 millones de euros. Sin embargo, la aplicación de las últimas tecnologías puede reducir estas cifras a una décima parte. Científicos de la Universidad de Pensilvania han desarrollado un nuevo proceso, fundamentado en inteligencia artificial (IA), capaz de identificar compuestos antivirales a partir de un grupo reducido de opciones y datos limitados. Lo han probado con el enterovirus conocido como EV-71, para el que no hay tratamiento y genera el síndrome mano-pie-boca (HFMD, por sus siglas en inglés), caracterizado por fiebre, llagas y sarpullidos, aunque puede ocasionar complicaciones neurológicas graves. El sistema se puede aplicar en otras infecciones.
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