Twitter llevaba años siendo considerada el ágora pública digital por excelencia. Esa fue su vocación desde sus inicios, y por eso atrajo a tantos usuarios que hasta entonces moraban sobre todo por Facebook. Nada de contar tu vida, como en la plataforma de Zuckerberg: en la red social del pajarito solo cabían mensajes cortos, de 180 caracteres, lo que favorecía las discusiones y la difusión de contenidos. Ese formato triunfó, y poco a poco propició el surgimiento de competidores.
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