Todo lo que Marta Alonso necesitaba era tiempo y la pandemia de coronavirus se lo dio. Poco antes del confinamiento, la joven —24 años, nacida y criada en Vigo— había empezado a estudiar filología en la universidad, matriculada como un chico. Así había vivido siempre. Pero la onda expansiva del mundo universitario agrietó la fachada que la joven tenía cuidadosamente construida y las preguntas empezaron a colarse. Marta reconoce que en ese momento no estaba lista para ser honesta con las respuestas. Hasta que el aislamiento la arrinconó y ya no pudo seguir escapando. Ahora sí quería intentar resolver las dudas sobre quién era.
Investigaciones recientes señalan que la comunidad utiliza internet como un espacio donde formar conexiones y desarrollar su identidad, pero cambios en las políticas de uso de las plataformas podrían volverlas un lugar más hostil y peligroso
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