No se puede negar que Brad Smith es abogado. El presidente de Microsoft navega con extrema cautela cuando habla sobre las turbulentas aguas en las que se encuentra inmersa ahora mismo la inteligencia artificial (IA). Es la tecnología más importante que se ha creado, dice, desde la invención de la imprenta, pero no niega que existen problemas respecto a su uso y control, desde los ciberataques por parte de países como Rusia o Corea del Norte, o la compleja protección de los derechos de autor, hasta lo que es, confiesa, su gran preocupación: el uso de deepfakes para alterar el resultado de las elecciones, en un año en el que prácticamente medio planeta pasará por las urnas. Smith (Milwaukee, EE UU, 65 años) presentó el pasado viernes en la Conferencia de Seguridad de Múnich un acuerdo, junto con otra veintena de compañías, para tratar de mejorar la respuesta tecnológica a estos engaños y la transparencia de las compañías que controlan la IA. “La diferencia entre la promesa y el peligro de la nueva tecnología rara vez ha sido más impactante”, afirma Smith.
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