En el verano de 2022, los que buceaban en las aguas más profundas de la inteligencia artificial —investigadores, empleados del sector, directores de IA en empresas— sabían bien que OpenAI preparaba el lanzamiento de su siguiente GPT (su modelo de lenguaje o LLM). Pero no se conocían detalles. Ni cuándo sería, ni quién tendría acceso, ni qué capacidades nuevas demostraría respecto a la versión anterior, GPT-3, de uso restringido. Así estaban José Hernández-Orallo y Cèsar Ferri cuando en septiembre, Lama Ahmad, investigadora de políticas en OpenAI, les propuso formar parte del equipo externo que evaluaría GPT-4.
Más historias
España destina 808 millones y prevé atraer 700 más para implementar el plan estratégico de tecnologías cuánticas
Del toque de queda digital al bloqueo de ‘apps’: cómo protegen los expertos en tecnología a sus hijos en internet
¿Quién vigila al vigilante? La nueva ley española de IA apenas castiga a la Administración