En la actual revolución industrial, programar ha dejado de ser la creación de herramientas para pasar a la generación de habilidades. Y para este paso crucial se precisan de los mejores sistemas, datos y un entorno seguro para probarlos. “Necesitamos simular el mundo”, afirma Rev Lebaredian, vicepresidente de Omniverso y Tecnología de Simulación en el gigante informático Nvidia. Esta senda ha propiciado la creación de supercomputadoras y sistemas de inteligencia artificial (IA) con objetivos tan ambiciosos como crear un gemelo digital del planeta (el plan europeo Destination Earth). Pero también nuevas formas de entender y observar el entorno que han derivado en aplicaciones para la vida cotidiana que van desde el comercio convencional a la moda, desde el tráfico urbano a la gestión de edificios o el agua o desde la navegación a la salud o la defensa.
Los avances tecnológicos permiten recrear y manipular sin riesgos el comportamiento de los sistemas, desde los más complejos a los más simples
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